Cuando la Navidad se acerca todos notamos en el ambiente un algo especial que no sabemos como describir, pero lo percibimos.
A eso que sentimos y notamos es a lo que se conoce como espíritu navideño o espíritu de la Navidad.
Pero sin duda queda mucho más por explicar sobre dicho espíritu de lo que hemos contado y por eso vamos a seguir escribiendo para que puedas ponerle nombre a lo que sientes y, puede, que no sepas la razón de esos sentimientos.
¿En qué consiste el espíritu de la Navidad?
Cuando hablamos del espíritu navideño nos estamos refiriendo a la actitud y el sentimiento de alegría, amor, generosidad, paz y unidad que se asocia con la celebración de la Navidad.
Es un estado de ánimo que se extiende durante la temporada navideña y se manifiesta en la forma en que las personas se relacionan entre sí, en las tradiciones y costumbres que se realizan durante las fechas, en la decoración que nos rodea por todas partes y en la música que se escucha queramos o no escucharla.
El espíritu navideño es aquello que nos rodea y que nos llena, sin saber por qué, de felicidad y de gratitud por la vida y por el poder estar cerca de las personas que nos rodean.
Qué es el espíritu «físico» de la Navidad
Tenemos que dejar claro que tanto el sentimiento del que hemos hablado en los puntos anteriores, como del personaje, entidad o energía de la que te vamos a hablar a continuación, son parte del espíritu navideño.
En este caso se dice que el Espíritu de la Navidad baja a la tierra cada 21 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno, entre las 10:00 y las 24:00, para que los humanos le pidamos aquello que necesitamos.
Las personas realizan al Espíritu de la Navidad sus peticiones y agradecimientos, a los que él retribuye con riquezas, abundancia, paz y amor.
El origen del este personaje, conocido como Espíritu de la Navidad, es celta. Eran ellos los que festejaban la llegada del solsticio, y en ese momento, cuando el sol está más lejos de la tierra, es cuando eran visitados por una entidad errante y alegre, que predicaba su sabiduría a los extraños, y que otorgaba regalos y bendiciones a aquellas personas de buen corazón que le habían enviado sus deseos y peticiones.